escritura creativa/ ensayo
Anatomía de una expectativa
por Erika Olmedo
El “algún día” de mi padre, ese castillo que se desvanecía en el aire una y otra vez, nunca llegó. En cambio si llegaron
Los pies
La inseguridad y la frustración dirigen mis pasos. Titubeando, siento el pasto frío, la humedad de la tierra, el suelo que me ancla al pasado. Avanzar sin miedo y con las personas que están en mi vida, las que se fueron y dejaron su esencia. Un nuevo rumbo, una huella en la arena que se lleva el mar entre espuma. Se diluye la tristeza de las veces que dejé de hacer las cosas que me apasionan: bailar solo para celebrar estar aquí, correr, irme de lugares que no elijo, danzar a mi ritmo con ligereza.
Mis piernas y pies, que deberían moverme, paralizan mis pasos por la indecisión y la carencia de valor. ¿Me lo merezco? ¿Soy capaz? ¿Puedo? ¿Qué dirán? ¿Quién lo va a creer? ¿Y si fracaso? ¿Perder todo? Si no tengo nada...cómo juega la mente conmigo, ¿perfección? ¿Arriesgar? ¿Humildad? El cuentito del éxito en la vida no cabe en mi nuevo hogar.
Dejé de pisar tierra áspera donde nada crece, donde no hay qué dar, ni abonar, donde solo quedó polvo y todo se muere lentamente. Ahí he estado y ahora entiendo cuando se acaba.
Caderas, abdomen: la creatividad y la sensibilidad
La fragilidad y el origen de todo. Escribo solo lo que carga el vientre: capas de drama, caos, vergüenza, rigidez, la exigencia de una figura inalcanzable, la violencia social, la estúpida creencia que las gordas, no son atractivas, son descuidadas, fracasadas, son flojas y piensan todo el día en comer. Las gordas son la peste: hay que eliminar porque rompen la imagen de la foto perfecta. No tienen derecho al sexo. La sociedad me invita a odiar mis caderas y a declararles la guerra. Me dice que nunca seré feliz.
Levantarme todos los días y cargar la botarga de garrafón. Restregarme a cada minuto la frustración de no caber en ningún sitio, en ningún vestido, en un grupo. Regresar a mi cama en la noche, tomar un respiro y silenciar las palabras en mi cabeza, cerrar los ojos para ocultarme en la oscuridad que arropa con ternura mi vientre.
Dejar correr las emociones y no luchar más en contra de mi feminidad, olerla de cerca: todo está ahí en mis curvas pronunciadas que sostienen lo que hay dentro. Ahí donde la intuición habla, ahí donde se sabe con certeza y se me enchina la piel.
Espalda, pechos, brazos
Ahí pesa, ahí no cabe más: no hay más fuerza. Los pechos a punto de desmoronarse como las expectativas del matrimonio, la familia, las amistades, el trabajo, los hijos. Quema la espalda, arde el cuello, pesan los brazos. No hay más por hacer. No hay a quien rescatar, solo a mí misma y mis brazos no pueden abrazarme: les duele la astilla que alguien enterró profundamente.
¡Por favor! Alguna anestesia que alivie las expectativas de los otros... “las mujeres con hijos ya no las toman en serio...”
mi espalda se ensancha, mis brazos cuelgan para ayudarle a mis pies. Al final del día cierro la puerta de mi casa y ahí está la mujer con la piel colgando, con estrías como prueba de la poca flexibilidad, tratando de reinventarse en su nuevo hogar, en su nueva piel.
Garganta
Aquí está lo que no dije:
La idea,
La palabra censurada,
La tristeza silenciosa,
Mis límites,
Mi autenticidad,
"No puedo",
Rogar por amor,
Las carencias y el vacío,
La enfermedad,
Un beso y un viaje,
Un baile a medias,
La historia invisible,
El secreto,
La despedida,
El vestido,
El enojo por una burla,
La culpa enterrada,
Las amistades traicioneras,
Sus palabras que lastimaron,
Ansiedad,
Pasión,
La desilusión y el cansancio,
El abuso,
El perdón no pedido y la mentira,
La carrera frustrada y el fracaso,
Proyectos a medias,
Cambios, oportunidades y lecciones,
Aquí en la garganta: el duelo retenido.
colabora.
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