híbrido
Relatos ínfimos
por Paola Cuevas Loubet
Olatz Vázquez fue una fotógrafa y periodista que documentó su enfermedad. Después de vivir este proceso largo y difícil, Olatz murió a los 27 años este septiembre. El texto reúne algunas de sus fotos y frases (se muestran como citas en cursiva en el texto). El resto es ficción entrelazada con algunas expresiones de personas que han vivido con cáncer. Descansa en paz, Olatz. Gracias por narrar tu vivencia con honestidad y por acompañar a lxs que están pasando por algo similar. Vuela alto.
I
La muerte no me roza los cabellos. Me toma toda. Y con sus manos traza el cisma definitivo entre otro cuerpo y el mío. Toco mi piel, ese animal lampiño y blanco que nadie mira. Quizás algún coleccionista de objetos exóticos me guardaría en un estante. Hablaría de mí cómo se habla de un experimento fallido. Esa es una mujer del 2020. Aún no existía la cura; perdían el pelo y se debilitaban poco a poco. El tratamiento de la época atacaba todas sus células. Pasarían después a la sala a platicar mientras floto enferma.
II
Miro al espejo y dejo de verme. Esa otra yo llena el abismo con su mirada. Se funde conmigo. Soy ella y no quiero serlo. Estoy exhausta. El cuerpo que tengo busca el cansancio de la vida exterior. Extraña el repentino dolor de una caída. Ese dolor que tiene fecha de caducidad y termina en alivio.
El cúmulo de ciclos se nota, y últimamente me encuentro como si una caravana de camiones hubiera pasado por encima de mí.
III
Me encontraron un tumor hace cinco meses. Después un virus se apoderó de toda la tierra. No puedo salir más que al hospital a recibir mi tratamiento. Me he memorizado cada grieta, cada mancha, cada espacio de mi casa. Los cambios en mi cuerpo son imposibles de seguir. Antes de la enfermedad odiaba mi carne: las caderas anchas, mis muslos, los senos desbordantes y vulgares. Ahora no queda nada. No quedo. Algunas madrugadas despierto y toco mis costillas. Son barrotes y una delgada membrana, a punto de romperse, los cubre. A veces salgo de mis ojos y soy lengua, manos, piernas enroscadas, goce mutuo y propio. Luego regreso y estoy aquí: criatura incierta, pájaro galgo. Ya no recuerdo qué hilo me une a mi cuerpo.
Me busco en cualquier reflejo y deseo volver a verme en él como era yo.
¿En dónde me encuentro?
IV
He aprendido a convivir con el miedo. Hay días en los que desaparece y vuelvo a ser niña. Inconsciente, inmadura, imbatible. Pequeña fuerza mortal.
Otros, estoy fúrica: este es un grito en tinta donde me exalto y quiero golpear todo con una fuerza que no poseo. Escribo. Mejor escribo.
Yo era voz.
Yo era risas, baile, tierra.
Yo era piedra y tiempo.
Yo era mía y me rodeaban flamas.
Era palabras que salían de un yo entero.
Hoy soy células suicidas.
Soy la cantidad exacta de huesos tímidos
necesarios para andamiar un cuerpo que cae.
Escribo. Mejor escribo. No puedo correr.
colabora.
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