escritura creativa/ ensayo
Senderos, métodos y animales guía
por alba david moreu
Anotaciones en torno al segundo capítulo de «Notas de un método», de María Zambrano
‎‎De ahí que el que recibe un camino-guía
haya de salir de sí, del estado en que está,
haya de despertar, no a solas, sino, en
verdad, dentro ya de un orden; y el que siga
este camino recibe en las escasas palabras
y en las enigmáticas indicaciones las notas
en sentido musical, de un Método.
‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ Mᴀʀíᴀ Zᴀᴍʙʀᴀɴᴏ
Leer a María Zambrano supone entrar en un ejercicio de revaloración constante. En ella, las palabras adquieren siempre un nuevo sentido que toca ir descifrando y moldeando con calma. El infierno, por ejemplo, no es la zona subterránea en donde las almas en pena van a pasar la eternidad, sino una metáfora acerca de la profundidad de las emociones y la complejidad humana. La trascendencia no es la cualidad de lo que supera los límites del espacio-tiempo, sino una expresión de la humana necesidad de ir más allá de sí, de superar el límite de piel y carne para entrar en contacto con un otro. Así, la obra de Zambrano funciona por medio de metáforas, conceptos plásticos que van mostrando la diversidad de lo real, y en este ejercicio, evidenciando que las palabras, inicialmente portadoras de un sentido y un significado fijo, pueden entenderse de distintas y nuevas maneras.
Una de estas variantes es la de la palabra método, que asociamos con un conjunto de actos y prácticas, que al ser repetidas de forma continua nos llevan a un fin. El método es un modus operandi, una forma de hacer. Por eso hablamos de un método científico, un método de investigación, métodos de análisis y demás, para referirnos a todas esas dimensiones en las que una serie de actos nos permiten recorrer un camino y cumplir un objetivo específico. En el caso de Zambrano, el método será ante todo una metáfora de la manera en que abordamos la realidad, y a su vez, de la forma en que construimos y desarrollamos el conocimiento. El método es: “un camino a recorrer una y otra vez” (Zambrano 39), algo así como un sendero que recorro tanto en la mente como en mi actuar continuo sobre el mundo. Hay distintos métodos, como hay distintos caminos.
La autora nos habla de un camino sinuoso, difícil, particular, abierto por las huellas del animal o los accidentes del paisaje. Un camino que es atravesado por el humano como un ejercicio de continuación, un proceso de seguir lo ya hecho, lo ya hendido, de avanzar en la ruta de lo abierto.
Está el sendero rectilíneo, bautizado también como llano, un camino que parece ser el ejercicio de la voluntad, del humano, de su intención de arquitectura y de modificación del territorio. Este es el sendero clásico para nosotres, les occidentales, el sendero que conduce de A hacia B, que sabemos, perfecta y claramente, hacia dónde va. Hay otro camino, tal vez producto de las revelaciones, de la indicación de algún ánima o espíritu benevolente. Es el camino secreto, que parece ser el producto de las iniciaciones, de los acontecimientos místicos que muestran formas vedadas de habitar y de sentir el mundo.
Lo que tienen en común el camino secreto y el sinuoso es que son caminos recibidos, que no han sido diseñados por la voluntad o el deseo humano. Son caminos recibidos, porque son la entrega de un animal-guía, de un humano-guía o de un ser invisible, que para cumplir su misión se hace visible. El animal de animales, el ser guía primordial, es la serpiente, o como también la llama Zambrano, la sierpe. Es la materialización del camino, lo que pasaría si el sendero se hiciera cuerpo. La sierpe se encoge y se expande de forma particular, algo desordenada, tal como el camino enredado y lleno de vericuetos que llamamos sinuoso. Está pegada a la tierra, recluida en ella, destinada a ella. Es un animal que no puede evitar ser terrenal, y en su paso, abrir el camino de una vía o un sendero. Es justo por eso que la autora la elige como el arquetipo del animal-guía, figura que se remonta hasta tiempos del génesis.
Para Zambrano, la serpiente no es la encarnación de lo maligno que tentará a la primera pareja humana a ser expulsada del Edén. En cambio, es el primer animal-guía que abrirá el sendero inicial hacia el conocimiento y la indagación.
La sierpe no es simplemente el animal serpiente, sino la serpiente transformada en guía. Es una serpiente que habla, que irrumpe con su palabra en la quietud absoluta del Jardín del Edén. Con ella, con su palabra, es que la serpiente abre el primer sendero, lo que la misma Zambrano llama tentación. Pero no la tentación de una pérdida, de una afrenta, o de un pecado, sino la tentación de empezar a ver, de la visión, precisamente, de un sendero.
Y es en la mitad del jardín que se ubican los dos centros. El primer centro, que es el Árbol de la Vida, y uno segundo, que es el Árbol de la Ciencia. ¿Qué árbol llama más, invoca mejor, atrae más veces? Habría que pensar que el árbol es como el ritmo hipnotizante del que habla la autora, con el que el animal-guía va acompañando el paso. Al parecer, el centro que más irradia en este caso es el del Árbol de la Ciencia, que es de donde cuelga la serpiente. Su palabra, entonces, no será mera enunciación, sino llamado, canto, invitación a la vigilia. Y esta vigilia será la de despertar del sueño del paraíso a la hondura de la realidad, a la desnudez, a la expulsión donde, finalmente, el tiempo y el espacio serán posibles. El tiempo otro, de lo distinto al eterno bienestar, y el espacio distante de lo que ya no es, del recorrer y recorrerse buscando y encontrando, es decir, de iniciar el sendero, de ejercer el método del que nos habla Zambrano y que es el origen y el centro de este texto. Así, vemos que no solo el método se revaloriza como concepto y realidad en la obra de esta autora, sino también la figura de la serpiente, la función de los árboles que son centros y el significado de la expulsión del paraíso. Sin ser demasiado atrevides, podríamos decir que la expulsión es, en sí misma, la apertura del primer sendero por medio del influjo del animal-guía primordial. Y es allí que habría que hacerse la pregunta que no responde Zambrano, quizá porque todavía en ella no había sido formulada: ¿Qué tipo de camino es el sendero original, que se abre a la primera pareja humana? ¿Es el camino sinuoso, accidentado, o el camino secreto, es, tal vez, un sendero que después se volverá rectilíneo, y será el producto del esfuerzo humano?
Por otro lado, lo que también hace falta pensar es la aplicación de estos métodos y sus posibles variantes. Si bien el método es una forma posible de hacer las cosas, una manera específica de realizar un acto o una serie de actos. Habría que reflexionar acerca de cómo se aplica lo sinuoso y lo rectilíneo. Más aún, lo secreto.
¿De qué forma se expresa y se desarrolla el camino abierto por el animal, lleno de vericuetos? ¿De qué manera se aplica y se construye el camino fijo y estándar construido por el ser humano? ¿Qué es, y cómo se configura un sendero sinuoso? ¿Cómo se construye esta vía del pensamiento? Sin dudarlo, la poesía es un camino de este tipo. Escribimos, en un movimiento de tire y afloje, sin saber a dónde nos conduce el verso, sin la seguridad de llegar a un punto fijo. Podría decirse que en el poema no hay fijeza, ni base, ni absoluto, sino la continua efusión de frases-verso, que van resonando una con la otra. Y aun así, caminamos, vamos marchando al son de un palpitar lingüístico que descubre y emana experiencias, que va hilando las distintas formas de escribir un mundo y su existir. Si hay algo sinuoso, es la poesía, y en ella, también hay animales guía: ¿Qué es lo que nos conduce y nos lleva? ¿Una tortuga, que, en paso lento, construye armazones sólidos y consecuentes de palabras? ¿Un águila, que surca el cielo de oraciones afilando un verso que parece terminar apenas cuando comienza? ¿Versos rápidos, aparentemente inconexos, pero que van creando un flujo ligero y ágil? ¿Cuál es el animal que nos guía, y que nos presenta la forma de caminar y de tejer el verso del poema?
¿Será el sendero rectilíneo, el llano, el de la filosofía? Hilar un argumento, pensar un concepto, pulir la palabra para que reluzca. En otro ensayo, Zambrano deja claro que la mayor metáfora de la filosofía es la de la luz inteligible, la imagen de la visión. ¿Y no es la visión clara y perfecta lo que nos indica este tipo de camino? Podemos ver, con soltura, cómo el sendero se va abriendo en la tierra, y si miramos a lo lejos, a un posible horizonte, vemos abrirse la ruta hacia el final de la mirada. Y aquí, en este instante, habría que problematizar, y por supuesto, hacer más preguntas, que nunca faltan, que siempre quedan. ¿No hay filosofías de senderos llenos de vericuetos, de caminos oscilantes? ¿No hay poemas con senderos rectilíneos y llanos? ¿Qué es lo que determina un sendero u otro? Finalmente, nos queda el sendero secreto, el método místico. ¿Cómo se recibe y se teje un camino que solamente ha sido recibido, ha sido dado por un mensajero secreto que sí conoce su verdad y su reino? ¿Qué diría Virgilio, qué diría la sierpe, de ese camino iluminado, de esa vía que solo se abre por la tenue e incesante revelación de un mundo aparte, más allá y más acá de todo?
𝗥𝗲𝗳𝗲𝗿𝗲𝗻𝗰𝗶𝗮𝘀‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ Zambrano, María. Obras Completas IV. Tomo 2. Galaxia Gutenberg, 2019.‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎
colabora.
nuevxs
escritorxs
nuevos
proyectos
nuevxs
escritorxs
nuevos
proyectos