escritura creativa/ ensayo
más allá de la sed
por Rocío Morel
anoche me dormí pasadas las 23 h, habiendo tomado el somnífero y leyéndole en voz alta al gato una novela que no me gusta, pero que no soy capaz de abandonar. me digo que es porque en algún momento va a aparecer algo brillante, algo que me deslumbre, como siempre consigue esta autora. la sigo leyendo porque aún no me aburre del todo. cargo una débil ilusión y una fuerte obsesión
sin alarmas, me despierto alrededor de las 4 h, es un horario bastante incómodo porque, como no tengo más sueño, no está la posibilidad de volverme a dormir. no me tienta terminar el libro de anoche, aunque quedan pocas páginas. levantarme y hacer cosas en la casa me parece una molestia para el resto del barrio y para mi perra que, por supuesto, siguen durmiendo. tras más de media hora de evaluar mis alternativas reales descubro que necesito ir al baño. me levanto, y el gato, que siempre me sigue a todas partes, se queda en la cama mirándome
mientras corre el agua del lavamanos siento sed. vuelvo al dormitorio con la frustrante anticipación de no saber dónde está mi botella, lo que abre la puerta a otro breve infierno mental. el reloj todavía no marca las 5 h al sol le faltan meses para estar alumbrando a esta hora y no me atrevo a prender más que la linterna del celular por eso de no molestar. no sé cuánto tiempo me lleva armar esta cadena de pensamientos que vuelve pesada la respiración que se agita se acorta y no logra ingresar más allá del esternón entonces comienza el mareo que a oscuras se lleva un poco mejor no así el miedo que crece
en el ataque de pánico no es la certeza de morir lo que me asusta: es el dolor y el no ser dueña del propio cuerpo. nada me pertenece. ni las ideas, ni la respiración, ni el pasado, ni las piernas. no entiendo bien esta absurda idea del control, porque nunca lo tengo. es lo divertido de la vida: no saber la totalidad de nada. mi teoría es que, ante la inmediata muerte, saber que va-a-pasar y no poder evitarla, es aterrador. entonces ordeno cosas organizo etiqueto camino mirando el suelo para no pisar las líneas juego sudoku enderezo cuadros miro las mismas series una y otra vez. elegir saber qué viene y decidir cómo o cuándo pasará me devuelve la ilusión de poder. tener mi botella es parte de esa fantasía
reviso lugares de la cocina donde ya sé que no voy a encontrarla, porque, ¿qué idiota confiaría en mí en este estado? ni yo misma. dalo por hecho. claro que no está. qué bueno que revisé y confirmé la certeza. recuerdo que tengo una segunda botella, más chica, en el dormitorio. hay un solo estante donde podría estar. a oscuras, busco ahí, en tres estantes más y dos mochilas. tampoco. la sed que siento desde hace un rato aumenta la tensión en mi boca y la ansiedad resuelve tomar todo en esta oscura madrugada. transpiro frío me pongo un abrigo. el gato se estira, maúlla pidiendo salir. le abro la ventana sin el debate cotidiano. a mí también me vendrá bien el aire frío en la habitación en la cara
hay aquí un momento de nube mental: mi conciencia se da a la fuga y no sé qué pasa. me quedo parada con la mirada perdida, en blanco, sin más. puede que sea un instante. ojalá. no sé si se tratan de pequeños recreos que se toman mi cuerpo y mi cabeza como para no morir o estallar de locura o cansancio un jueves a las 5 h con tanto que tengo para hacer hoy y hace solo una hora empecé el día si no fuera por el gato que me sigue aunque más no sea con la mirada la soledad me haría dudar mucho más de mi cordura. a veces creo que, aun cuando solo tomo hipnótico para conseguir dormir, alguna cuestión residual anda jugando con mi memoria a corto plazo. porque, aunque no tengo registro del momento que acaba de pasar, del resto me acuerdo todo. aunque quiera olvidarme me acuerdo de todo
la psiquiatra me mandó a escribir los episodios de ansiedad y confusión. entonces empiezo a escribir esto en una nota del celular mientras se prende la computadora. casi como una doble apuesta, la psicóloga me indicó escribir sobre una parte más específica de mis obsesiones: la locura y la ansiedad en el camino de la búsqueda de deseo
llevo casi veinte años interrumpidos en terapia. cuando cumplo ciclo con alguna psicóloga, me autoanalizo hasta que vuelvo al consultorio de alguien nuevo. llevo diez años en este estado de ansiedad incontrolable que se disparó por el estrés postraumático de la gran inundación. desde chica reconozco este estado ansioso. de adolescente lo viví muy arriba. ahora me lleva puesta. en unos días será el quinto aniversario de mi primera internación. no hubo segunda. pero decirle la única requiere de un espíritu más alentador que el mío. ahí empezaron los borrones de la memoria a corto plazo: dos médicas personales, cuatro pastillas en seis tomas diarias y treinta kilos sorpresa producto de la química y el sedentarismo natural a tal estado. en seis meses se cumplen diez años de mi primer ataque de pánico. todos los aniversarios son importantes siendo una completa nostálgica
ya cerca de las 6 de la mañana, antes de sentarme a escribir en la computadora, resuelvo tomar un vaso de agua y al fin calmar la sed. no te explico la frustración que siento al resignarme a no encontar mi botella hasta que el sol y la vida empiecen a brillar
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