híbrido
Arquitectura como evento y acción
Entender la arquitectura como simple objeto dentro de una sociedad consumista la llevó a ser pensada como producto y a lxs arquitectxs como comerciantes. Al dejarla vivir de los hábitos de consumo actuales y los restos teórico/prácticos del siglo XX, fracasa en atender problemáticas y crisis que ya no sólo incumben a personas. Al suprimir lo objetual de la arquitectura quedan desnudas las actividades que contiene. Según Marx, la desobjetivación se entiende por el paso de la cosa objetiva desde su esfera propia (de objeto) a la esfera y forma de la actividad humana. Si se toma prestado el término y se aplica al pensamiento del arquitectx, la desobjetivación de la arquitectura nos lleva a pensarla como acción y evento desde su concepción, en su construcción y en su legado.
Construir es un acuerdo y sincronía entre seres vivos. Pensar en una construcción como objeto terminado la sumerge dentro de las estructuras económicas que gobiernan la actualidad y la direccionan totalmente hacia un panorama en desequilibrio con el planeta. En cambio, si construir se piensa como el verbo que es, las dinámicas espaciales, culturales y de consumo toman otra óptica.
El más claro ejemplo de un trastorno en la concepción del construir es el tianguis mexicano. Del náhuatl tiyānquiztli “mercado”, los tianguis son mercados callejeros que se remontan a la época prehispánica. Generalmente, se extienden sobre vialidades que en minutos se convierten en pasillos comerciales cubiertos con lonas tensadas de colores. No podría existir sin la acción humana puesto que la gente es materia prima para su realización y por esta condición ofrece un escenario para distorsionar dinámicas económicas, sociales y urbanas.
Dejando a un lado la concepción convencional de valor en la arquitectura y estirando el tiempo de la acción todavía más, surgen objetos con valor poco convencional. En los paisajes rurales de las islas británicas brotan del suelo lo que denominan cairns: montículos de piedras conformados y mantenidos colectivamente con el propósito de ser puntos de referencia para exploradores y caminantes
Heapstown Cairn en County Sligo, Irlanda (1779), dibujo por Gabriel Beranger.
Uno tras otro, van colocando una roca encima del resto dándole la forma cónica que poseen. Una acción sucesiva genera un elemento en el paisaje que “no tiene dueño, no se puede vender y en cuestiones monetarias no tiene valor”, pero ¿qué podría valer más que una referencia al perderse?
Sería contradictorio pensar que la arquitectura nace como coreografía y que al completarse pasa a ser un objeto estático. Su terminación marca la transición del evento constructivo, a la construcción del evento. En el MOMA PS1 del 2010, la estructura planteada por SO-IL (Pole Dance) queda en segundo plano, pues su propuesta en sí fue provocar, por medio de un sistema interconectado de tubos y redes elásticas, la interacción entre gente-estructura-gente.
Dance Pole, New York, EU (2010), de SO - IL.
En nuestra propuesta para el Pabellón Arquine 2018, incluso podríamos pensar en una deconstrucción desde el evento. Se propone una estructura inmersa en vegetación “para llevar” la cual es tomada por el público. Gradualmente, conforme la ciudad se hace de plantas, permite nuevas formas de recorrer la instalación y evidenciar la acción de la gente en el tiempo. Paradójicamente, las personas dirían: “Ya se terminó”, días después de que los carpinteros atornillaron la última pija. Para entonces, la apropiación del verdadero pabellón será literal; las plantas estarán en sus casas.
Evento, Pabellón Arquine. Ciudad de México, MX (2018) con Joaquín Aguilar Sierra y Alberto Meouchi Vélez.
Muchas casas contemporáneas pasan por alto los verbos del habitar y “se diseñan con base en sustantivos” (Pallasmaa, 1994): el suelo en lugar de caminar; la escalera en vez de subir. ¿Podría ser que las situaciones que una casa contiene establezcan el orden y la relación entre sus partes? Actualmente, estamos diseñando una cabaña en un bosque de altos árboles y una pendiente complicada. Con base en las necesidades de la familia y las dinámicas que esperan tener, sus partes son específica y a veces paradójicamente el escenario para la vida que envuelven. Sus muros nunca son “sólo” muros; en ocasiones almacenan, a veces cargan y de repente uno se sienta en ellos. Las ventanas responden a las acciones del interior y a la naturaleza de su respectiva relación con el exterior. Algunos dirían que la casa carece de lógica y orden, pero ¿no debería una casa responder físicamente a las lógicas del evento que contiene y el orden de las situaciones que la familia vive? La arquitectura debe ser una manifestación física de la vida que alberga.
Cabaña de la Isla, Michoacán, MX (2019) con Mauricio Pedraza.
Entendemos la historia como sucesos del pasado. La recordamos con nombres y fechas, pero la reconocemos en los objetos del presente. Así como una punta de lanza es evidencia de las formas de vida de los cazadores recolectores, un edificio es una manifestación física de acciones en el pasado. Si la historia toma forma en el objeto, ¿no deberíamos considerarla al plantear arquitectura? Junto con lo material, la gente y el territorio, la historia es materia prima para unx arquitectx.
La historia y vida útil de un edificio son sugerencias hacia posibles replanteamientos en las dinámicas socioeconómicas que engloba. En nuestro proyecto de titulación, se toma la fábrica harinera El Fénix sesenta años después de su edificación y, tras su obsolescencia, se alteran sus dinámicas productivas con base en las necesidades de la comunidad que la contiene y la naturaleza de su producción. Su lógica y estructura productiva sugieren nuevas formas de producción que corresponden a las actividades que contuvo. Los silos alguna vez almacenaron y distribuyeron el grano; ahora almacenan, limpian y distribuyen el agua para los jardines y habitáculos que contienen; el almacén albergaba harina para su distribución, hoy contiene libros y actividades educativas. Las dinámicas y procesos pretéritos del edificio establecen nuevas formas productivas tanto como lo hacen el funcionamiento y la lógica espacial de sus construcciones.
El Fénix, Querétaro, MX (2019), con Mauricio Pedraza.
Generalmente, edificar es un acto agresivo hacia el entorno: excavar, talar, explotar, aplanar, desplantar. La humanidad lleva siglos incidiendo de manera directa en el paisaje y, la mayoría de las veces, estas acciones dejan rastros. Habiendo ya tantos vestigios de la acción humana, ¿por qué no heredar las acciones cometidas y usarlas? Para un concurso en la isla de Passegueiro, Portugal, se plantea el diseño de una capilla para el siglo XXI. Al norte, los restos de una cantera exhiben la incidencia de los romanos al buscar conectar la pequeña isla con la bahía. A través de excavaciones sobre una traza reticular lograban extraer prismas completos de material que después sumergían uno tras otro en el océano. El ejercicio plantea continuar las excavaciones sobre las cepas ya trazadas para crecer los prismas hacia el suelo y, en el punto más bajo, se extrae un último prisma para dar pie a la capilla. En lugar de ser intérprete sobre la isla, la capilla crece hacia el suelo y tanto isla como retícula permanecen tal cual se encuentran. Al retomar una acción concluida no sólo se resignifica la presente, sino que la incidencia en el entorno recae sobre la acción inicial.
Quarry, Alentejo, Portugal, PT (2019) con Alexa Burkle.
Arata Isozaki en su ensayo A mimicry of origin: Emperor Tenmu’s Ise Jingu, plantea una concepción de valor y permanencia alternativas a las de la arquitectura actual:
En Ise, se omite la transubstanciación. En cambio, el esquema de reconstrucción y reubicación en ciclos de veinte años adopta un modelo biológico de regeneración. Para preservar la vida, las formas se generan y se regeneran isomórficamente. De esta manera, Ise asegura una réplica de sí mismo, atreviéndose a retener elementos impermanentes como hottate-bashira (columnas de carga en madera sin base de piedra) y paja de miscanthus. En el proceso, el ímpetu arquitectónico y ritual se esfuerza por preservar la identidad mediante el mantenimiento de una forma arquetípica. En su voluntad compartida de encarnar impermanencia, Ise Jingu y el Partenón son iguales, pero los medios para lograrlo son opuestos.
Entender la arquitectura como evento y acción la relaciona estrechamente con el tiempo: ella sucede en él. Seguir pensando arquitectura basada solamente en materiales, dinero y estética sin considerar la naturaleza performativa en su construcción, en su habitar y en su legado perpetua su participación en las dinámicas nocivas del siglo XXI. ¿No sería interesante trasladar el valor del edificio a la manera en la que su evento responde a problemáticas actuales? ¿Qué tan factible es cuestionar la concepción de vida de un edificio? ¿Se comienza una arquitectura? ¿Se termina?