escritura creativa/ ensayo
El femoerotismo y sus banalidades
El erotismo es la relación entre la vida y la muerte, el ojo blanco que mira hacia adentro y no encuentra más que el no-ser, la nada, la mortalidad del cuerpo y el alma. El erotismo es el goce del cuerpo, goce lacaniano que sufre en completo placer, porque el cuerpo siente y la mente espera con sagaz mordida sentir la lengua raspando por la entrepierna; es saliva rebosante, oscuridad que palpita, fractura ominosa en el descenso de la cultura.
Y al cuerpo femenino lo aniquilan, lo hacen pedazos, porque deseamos con furor y exprimimos el clítoris hasta que la vagina supura, como si hubiera algo más que hacer con ella, como si no fuera aquello que los hombres violentos dicen que es: medio reproductivo en un objeto puntiagudo. El erotismo es el campo de la transgresión, campo de conquista para un cuerpo que duele cuando solo lo penetran. Y yo sufro porque a mí me dicen que el clítoris es glande transcrito, traducido a una lengua de terroristas machos que sólo nos golpean, pero yo meto la mano al fondo de mis recuerdos, acariciando primero el lienzo que hay entre la rodilla y el pubis, pellizcando los pezones que se hinchan como cuando tuve a mi bebé y lo aborté desde la boca.
El erotismo es una pulsión de muerte, silencio que alguien mira en mis pupilas; salud sexual que me persigna cuando me despierta con su pene entre las piernas, y le pido que me grite, que me pegue como si fuera mi mamá acusándome por comer más de la cuenta, que me arranque el pelo como si sus manos fueran quimioterapia y yo una pobre enferma sin carne en los huesos.
Me gusta cuando me dice que soy suya. Y es que afuera de la cama no hay sábanas que me protejan, y los monstruos vienen y me devoran y me hablan como si fuera una chiquilla, un perro sarnoso que sus falos nauseabundos van a curar. Me tocan por debajo de la boca, impulsan sus dedos por los labios como si se balancearan sobre la cuerda floja, y yo los muerdo y los sangro y los tuerzo y los arranco hasta hacerlos color saliva. Le digo «dime que soy tu puta».
El erotismo es reproducción sexual, de esa que ves en las películas porno, de la que sabe a semen cuando abres la boca para comer palomitas.
El ojo blanco de Bataille es un hombre disfrazado de libro, artículo 28 del apartado tres. me dice: ninguna mujer será sujeto de deseo, y con sus largas plumas que parecen dedos, me masturbo hasta derretirme de nuevo.